El monasterio de Sant Pere de Rodes se encuentra en el término municipal del Port de la Selva, en la provincia de Girona.

    Es uno de los monumentos más importantes del arte románico catalán y la iglesia del monasterio es uno de los edificios más destacados del siglo XI en Europa.

   Los primeros documentos hallados que mencionan al monasterio son del año 878, donde se cita al lugar como celda monástica. Se han encontrado vestigios de esta primera construcción que debió ser muy simple.

     En aquel momento, esta celda dependía de Sant Esteve de Banyoles, pero en el 947 obtuvo la independencia y ya fue considerado  monasterio. Se levantó la iglesia que se consagró en el 1022. Ya desde este momento, el monasterio se convierte en un lugar de peregrinación.

      Durante el siglo XII se tuvo que empezar a reformar el monasterio, ya que se produjeron una serie de disputas entre los condados de Empúries y Peralada, y algunas partes del conjunto habían sido dañadas.

      Llegó a su máximo esplendor entre los siglos XI y XII, aunque disfrutó de una gran vitalidad hasta el XIV. En este momento entró en la fase de decadencia debido a la falta de donaciones a favor del monasterio. En esta época, también había empezado la decadencia del condado de Empúries, del que el monasterio formaba parte, hasta que finalmente, se apartó a la dinastía autóctona y gobernó la Casa de Barcelona.

     Hay que añadir los efectos de la Peste Negra (1345), en que murió gran parte de la comunidad y de muchos de los que trabajaban en las numerosas posesiones del monasterio, y el miedo a la piratería que asolaba toda la región. Por este motivo, el monasterio fue fortificado.  

   Durante los siglos XV y XVI se llevaron a cabo diversas remodelaciones y reformas. En el 1654, el lugar se abandonó durante 6 años debido a la guerra con Francia. A partir de aquí, los franceses empezaron a saquear el monasterio. Un ejemplo de ello es la Biblia de Rodes, expoliada en el 1693, y que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia. 

La decadencia total llegó en el siglo XVIII debido a los continuos saqueos. En el 1930 fue declarado monumento histórico-artístico nacional y a partir de ese momento se empezó a restaurar, hasta llegar al conjunto que conocemos actualmente.El monasterio sigue la ordenación monástica típica occidental, es decir, todos los edificios se cierran alrededor de un patio. En estos edificios era donde hacían vida los monjes, donde comían, dormían, estudiaban o rezaban. El resto de edificios situados en la entrada de monumento es donde se debían encontrar los diferentes servicios del monasterio como hornos, almacenes, hospedería, etc.

        El espacio que hay entre la puerta de entrada y el campanario fue el cementerio durante un tiempo. Anteriormente, existía una necrópolis situada donde se construyó la iglesia en el siglo XI, y este antiguo cementerio se trasladó al lugar mencionado.

   Estos cementerios no sólo servían para enterrar a los monjes, sino que muchos laicos deseaban, también, enterrarse en un lugar tan especial.